
En una
biocenosis o comunidad biológica existen:
Productores primarios,
autótrofos, que utilizando la energía solar (
fotosíntesis) o reacciones químicas minerales (
quimiosíntesis) obtienen la energía necesaria para fabricar materia orgánica a partir de nutrientes inorgánicos.
Consumidores,
heterótrofos, que producen sus componentes a partir de la materia orgánica procedente de otros seres vivos.
Las especies consumidoras pueden ser, si las clasificamos por la modalidad de explotación del recurso :
Predadores y pecoreadores. Organismos que ingieren el cuerpo de sus presas, entero o en parte. Esta actividad puede llamarse y se llama a veces predación, pero es más común ver usado este término sólo para la actividad de los carnívoros, es decir, los consumidores de segundo orden o superior (ver más abajo).
Descomponedores y detritívoros. Los primeros son aquellos organismos
saprotrofos, como
bacterias y
hongos, que aprovechan los residuos por medio de digestión externa seguida de absorción (
osmotrofia). Los detritívoros son algunos protistas y pequeños animales, que devoran (
fagotrofia) los residuos sólidos que encuentran en el suelo o en los sedimentos del fondo, así como animales grandes que se alimentan de cadáveres, que es a los que se puede llamar propiamente
carroñeros.
Parásitos y
comensales. Los parásitos pueden ser depredados, como lo son los
pulgones de las plantas por
mariquitas, o los parásitos de los grandes herbívoros africanos, depredados por
picabueyes y otras aves. Los parásitos suelen a su vez tener sus propios parásitos, de manera que cada parásito primario puede ser la base de una cadena trófica especial de parásitos de distintos órdenes.
Si examinamos el nivel trófico más alto de entre los organismos explotados por una especie, atribuiremos a ésta un orden en la cadena de transferencias, según el número de términos que tengamos que contar desde el principio de la cadena:
Consumidores primarios, los
fitófagos o
herbívoros. Devoran a los organismos autótrofos, principalmente
plantas o
algas, se alimentan de ellos de forma parásita, como hacen por ejemplo los
pulgones, son comensales o simbiontes de plantas, como las
abejas, o se especializan en devorar sus restos muertos, como los
ácaros oribátidos o los
milpiés.
Consumidores secundarios, los
zoófagos o
carnívoros, que se alimentan directamente de consumidores primarios, pero también los parásitos de los herbívoros, como por ejemplo el ácaro
Varroa, que parasitiza a las abejas.
Consumidores terciarios, los organismos que incluyen de forma habitual consumidores secundarios en su fuente de alimento. En este capítulo están los animales dominantes en los
ecosistemas, sobre los que influyen en una medida muy superior a su contribución, siempre escasa, a la biomasa total. En el caso de los grandes animales cazadores, que consumen incluso otros depredadores, les corresponde ser llamados superpredadores (o superdepredadores). En ambientes terrestres son, por ejemplo, las
aves de presa y los grandes
felinos y
cánidos. Éstos siempre han sido considerados como una amenaza para los seres humanos, por padecer directamente su predación o por la competencia por los recursos de caza, y han sido exterminados de manera a menudo sistemática y llevados a la extinción en muchos casos. En este capítulo entrarían también, además de los predadores, los parásitos y comensales de los carnívoros.
En realidad puede haber hasta seis o siete
niveles tróficos de consumidores, rara vez más, formando como hemos visto no sólo cadenas basadas en la predación o captura directa, sino en el
parasitismo, el
mutualismo, el
comensalismo o la descomposición.